viernes 19 de abril de 2024

CINE

Tiempos impregnados por un tufillo ucrónico

Un repaso por algunas ucronías, relatos que tergiversan la Historia planteando presentes alternativos.

Tiempos impregnados por un tufillo ucrónico
sábado 11 de marzo de 2017

En algunas de las entrevistas que dio sobre el final de su vida, Maurice Sendak (Ver nota) afirmó que dos hechos marcaron su vida. Uno fue la muerte de un amigo mientras jugaban cuando tenían seis o siete años. El pequeño Maurice tiró la pelota demasiado alta y cuando Lloyd la fue a buscar lo embistió un auto. Muchos años después el escritor recordó que sólo vio su cuerpo en el aire, una probable explicación de los niños capaces de volar que habitan sus historias.

La otra huella indeleble quedó sellada cuando era aún más chico. Fue el secuestro y la posterior muerte del bebe Lindbergh, hijo del mundialmente famoso aviador Charles. Sendak apenas había pasado medio lustro de vida, pero la sensanción de indenfensión que lo invadió fue su compañera durante muchos años, porque si a un niño que vivía en la opulencia le podía suceder algo tan horrible, qué podría sucederle a él, que pertenecía a una familia con muchos menos recursos.

Philip Roth escribió sobre Lindbergh en La conjura contra América, una ucronía que, como tantas otras, plantea una actualidad en el cual la Alemania nazi no fue vencida en el 45. La diferencia con las demás, claro, está en el vuelo de la pluma. El punto de partida es ese suceso extraño que fue el secuestro del bebé del aviador. La empatía que genera la muerte violenta de su hijo -más una serie de eventos- convierten a Lindbergh en el nuevo presidente de Estados Unidos en 1940.

                

La ucronía es un método para desdeñar la Historia -paradojicamente, los ucronistas suelen ser historiadores- y está determinada por una línea temporal alternativa creada a partir de la modificación de un hecho verídico. Es lo que alguien, Roth en este caso, se imagina que habría sucedido aplicando un pequeño giro argumental.

Hay características de ucronía en la trilogía Volver al futuro. Viajes al pasado en los que se producen pequeñas modificaciones que inciden en el presente, transformándolo. Aunque tampoco pertenece al género -no hay hecho histórico, condimento esencial de la ucronía- El sonido del trueno de Bradbury también sirve para graficar: en un futuro en el cual existen los viajes turísticos prehístoricos, un turista pisa una mariposa en el pasado y provoca modificaciones del presente.

En La conjura contra América, Lindbergh, quien supo hacer pública su simpatía por el Tercer Reich, derrota a Roosevelt en 1940 y decide que Estados Unidos no interceda en la Segunda Guerra. Esta decisión genera dos consecuencias: la primera es que los aliados no ganen la guerra; y la segunda, el brote de un sutil antisemitismo fronteras adentro, base del relato de Roth, quien reconfigura el escenario de su propia infancia.

Imaginarse resoluciones alternativas de la SGM es una de las actividades favoritas de los ucronistas. Philip K. Dick en El hombre en el castillo presenta a Alemania y Japón como triunfadores luego de que F.D. Roosevelt fuera asesinado y su país, que nunca se recupera de la Gran Depresión sin el New Deal, dividido y repartido entre los ganadores. En tanto, Hitler está incapacitado de gobernar y sus jerarcas se disputan el liderazgo.

No siempre los alemanes ganan, Tarantino se imaginó un atentado que termina con la vida del Fuhrer, en el que sería el inicio de una ucronía, pero es el final de Bastardos sin gloria. Un magnicidio también es eje de 11.22.63, la novela de Stephen King que resulta una tentativa de ucronía. Un profesor de literatura descubre un portal temporal a la década del 60 y se mete en él para evitar el crimen de JFK, convencido de que es el único camino para mejorar la situación actual de su país.

El patriarca del clan Kennedy, Joseph, alcanza la presidencia de Estados Unidos en Fatherland, una novela de 1992 escrita por Robert Harris (también autor de El escritor fantasma, llevada al cine por Polanski). Dos años después Patria fue convertida en película. La acción se desarrolla en el 64 durante los festejos del cumpleaños 75 de Hitler. El desembarco de Normandía resultó un fracaso, el nazismo nunca cayó, no se conocieron los horrores de los campos de concentración y, lentamente, el nacionalsocialismo se fue legitimando.

 

 

El Holocausto es un rumor, y los pormenores de la solución final sólo los conocen los jerarcas que están con el régimen desde su inicio. Son las personas que empiezan a aparecer asesinadas, en un intento de borrar ese pasado que impide el blanqueo definitivo.

En tiempos impregnados por un tufillo ucrónico, la única certeza de que es real la realidad es que ni Roth, ni Bradbury, ni Dick habrían sido capaces de imaginar, por ejemplo, un país gobernado por Trump. Aunque a los referentes del realismo mágico tampoco les habría ido bien intentando predecir las calamidades que esperaban al país más austral del mundo promediando la segunda década del siglo.

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