jueves 25 de abril de 2024

SALUD

No por mucho madrugar...

6 de cada 10 alumnos rinden mejor si no arrancan tan temprano

No por mucho madrugar...
martes 15 de mayo de 2018

La frase reza "no por mucho madrugar se amanece más temprano" y los científicos lo corroboraron. Demostraron que el desajuste entre el reloj biológico y la agenda escolar impacta en los aprendizajes. Proponen que las materias blandas vayan en las primeras horas.

En los últimos años se sumaron estudios científicos que reafirman que entrar tan temprano al aula influye en forma negativa en los rendimientos escolares. Por eso se escuchan cada vez más voces que piden retrasar la hora de inicio, o en todo caso reorganizar el calendario escolar de modo que en las primeras horas no haya materias como matemática, física u otras ciencias duras.

Una reciente investigación de científicos estadounidenses comprobó que 6 de cada 10 alumnos necesitaría empezar al menos media hora más tarde para rendir mejor. El paper fue publicado en la revista Nature por los biólogos Benjamin Smarr, de la Universidad de California, y Aaron Schirmer, de la de Northeastern Illinois. Allí se demuestra cómo los desajustes entre el ritmo biológico de los estudiantes y su entorno –conocido en la jerga como “jet lag social”- impacta negativamente en los aprendizajes.

Para la investigación, estudiaron durante dos años a casi 15.000 estudiantes y encontraron que la mayoría sufre este trastorno y obtienen peores notas. Sólo un 40% tiene el reloj biológico sincronizado con sus agendas escolares.

El biólogo Diego Golombek de Argentina explicó que “los adolescentes tienen un ritmo más nocturno y esto es biológico. Se suman los estímulos culturales que hacen que se acuesten más tarde. Por eso, estamos pidiendo que se retrase al menos media hora el inicio de la clase a la mañana”.

Golombek explica que el reloj biológico no es homogéneo. Hay personas muy matutinas (conocidos como “alondras”) y otras muy vespertinas (“búhos”). Además, todos vamos cambiando a lo largo de la vida.

“Los adolescentes son los típicos búhos. En general hacen todo más tarde, se quedan mirando televisión o chateando con amigos. Pero al día siguiente las clases empiezan muy temprano y en las primeras horas están literalmente dormidos, y acumulan una deuda de sueño que hace que haya más ausentismo, se enfermen más y tengan menor rendimiento académico”, dice Golombek.

Si bien el diagnóstico está claro, el principal desafío es pensar soluciones. Los expertos señalan que el mayor impedimento es que el horario escolar ahora está sujeto a la vida cotidiana de millones de familias que trabajan a esa hora y tienen dispuesta toda la logística familiar en función del horario escolar.

“Lo que hay que entender es que en 30 o 40 minutos de retraso el cambio es significativo. Esto está demostrado. Ese retraso es tan breve que no modifica demasiado las dinámicas familiares. Hay que balancear y darse cuenta que vale la pena empezar más tarde”, dice Golombek.

La falta de horas de sueños no es algo que identifique solo a los adolescentes. Diversos estudios muestran que hoy los adultos están durmiendo una hora menos que hace 50 años y dos horas menos que hace 100 años. Los adolescentes deben dormir unas 9 horas y los adultos 8 horas. “Dormir por debajo hace que las personas estén de peor humor, más estresados y susceptibles a infecciones u obesidad”, explica Golombek.

 

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