Monjas, Trans y otros orgullos de Neuquén

Si hay algo en lo que seguramente todos los neuquinos y neuquinas coincidimos es que habitamos un tierra digna de ser vivida. Es cierto, su áspero clima, su congreso de conflictividades diarias, sus contrastes y contradicciones pueden, a veces, llevarnos a maldecir, injuriar e incluso mancillar a nuestro lugar en el Mundo. Sin embargo, sabemos que este es un lugar único. Neuquén es valiente, terca, obstinada; es una tierra de gestas sociales, de mártires y martirios, y con una historia llena de personas que dieron más que su vida porque Neuquén sea un gran lugar para vivir. Muchas veces pidiendo más perdón que permiso.

Si Dios atiende en Buenos Aires, y su enviado en Roma, también es Argentino, nuestra tierra es mirada con entusiasmo desde distintas ventanas del mundo. Y no sólo por sus recursos naturales o sus paisajes paradisíacos sino por el trabajo que desde la Iglesia, lleva adelante, la Hermana Mónica Astorga, y esas “vidas escondidas” que a partir de esta semana, son un poco menos escondidas. Lujan, Daay, Vicky, Loreta, Natalia, Katy y otras chicas la considera su Ángel en la tierra, en Neuquén.

Desde hace más de diez (10) años, una monja de clausura de las carmelitas descalzas de Centenario, dedica su vida, amor y obra para construir dignidad en la vida de las personas trans. "Yo trato de sentir el dolor de ellas en el cuerpo mío, porque es la única forma de comprenderlas. Saben que tienen todo mi amor, así estén tiradas en la ruta, yo las amo así. Logro entender su herida, vienen heridas desde que nacieron, van a la calle, son golpeadas, usadas y algunas las terminan matando. Y muchas de ellas lo tapan con droga o alcohol. Alguna me dijo que necesitaba ir a la calle por el 'abrazo falso' o que le digan "que linda estas" pero saben que es mentira, porque ellos solo quieren una cosa de ellas", cuenta la Hermana Mónica en una de las tantas entrevistas que le han hecho en el país y en el mundo. Se sabe, la iglesia de Neuquén, es la mejor alumna de lo que pregona el Papa Francisco.

Esta semana, finalmente, el Estado provincial, le otorgó la personería jurídica a la asociación civil de la hermana Mónica y las chicas trans. Hace años que trabajan en Candelaria 180, en la ciudad de Neuquén, a través de diversos emprendimientos productivos y de educación para lograr, no sólo el abandono de la prostitución, sino una inclusión más real del colectivo Trans, que hoy todavía tiene una esperanza de vida inferior a los 45 años.

Sin embargo, sin la personería ese lugar no podía ser legalmente destinado a la Asociación. Esas vidas escondidas, ahora dejan de ocupar los subsuelos del oprobio de Neuquén, el anonimato de la medianoche o la ilegalidad, para dar un gran paso hacia la dignidad humana.

Falta mucho, es cierto para que los y las trans, tengan una esperanza de vida similar al resto de las personas. Para que puedan jubilarse y acceder plenamente a su derecho a la salud. Falta aunque desde los organismos internacionales feliciten a Neuquén y su dirección de Diversidad por la gestión de becas educativas, o tantas otras gestiones que se vienen realizando desde allí y las organizaciones. Sin embargo, hoy Neuquén es un poco más linda y así también lo ven desde distintos lugares del mundo.

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