martes 23 de abril de 2024

Opinión

Cambio de estrategia

El conflicto árabe-palestino-israelí, ha sido uno de los conflictos de mayor prolongación y debate durante el siglo XX. Algo que sin dudas, contrastó con la poca visibilidad que ha tenido en los últimos años, por un breve cambio de estrategia de las potencias centrales para con Medio Oriente.

Cambio de estrategia
jueves 02 de marzo de 2017

 

La pregunta, tal vez del millón de dólares, tiene que ver con Donald Trump y cuanto puede modificar su administración, la política exterior de Estados Unidos, al menos en los términos en los que la heredó de Barack Obama (Y en relación al conflicto árabe-palestino-israelí). 

La relación histórica entre los Estados Unidos e Israel, si bien no es reciente, tampoco es tan lejana como muchos creen. La conformación del Estado hebreo en el enclave medio-oriental conocido como "Palestina", se debió más a los intereses anglo-franceses que a la acción de la potencia septentrional americana, que por aquel entonces, aún no cosechaba los frutos de la debilidad europea de posguerra.

Sería recién promediando la década del cincuenta cuando Estados Unidos comenzaría a actuar en oriente próximo, bajo la lógica de co-existencia con Rusia y la división del mundo en áreas de influencia. Pese a lo tardío del arribo, a largo plazo, la alianza con el sionismo, en tanto nacionalismo judío, y más tarde con las monarquías sunníes, le dio resultados mucho mayores que los obtenidos por Rusia en torno al "panarabismo" de Siria y Egipto.

Este ascenso estadounidense en la tutela del Asía Menor y el Oriente Próximo, se vio luego consolidado diversas estrategias de hostigamiento para con la disidencia (religiosa y política), el ascenso de actores aliados como Turquía y la derrota de los rusos en Afganistán, que le laurearon recompensas por el apoyo a la resistencia afgana.

Dejando un poco de lado la historia y las diversas respuestas bélicas y políticas entre árabes y judíos (no menores en importancia, claro está), la fotografía más reciente de oriente próximo es la del último periodo de Barack Obama: ascenso del Estado Islámico en los territorios de Irak y Siria, avance contra yemeníes en la península arábiga y el acuerdo de "contención nuclear" con la República Islámica de Irán.

En ese nuevo contexto, el conflicto árabe-palestino-israelí pasó a un notorio segundo plano, cuestión oportunamente aprovechada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y el gobierno de Mahmud Abbas, para granjearse éxitos diplomáticos sorprendentes, entre ellos: el reconocimiento de Palestina como "Estado Observador no miembro" de la Organización de Naciones Unidas (ONU), reconocimiento como “Estado” por parte del Vaticano (aunque de menor impacto internacional) y en diciembre pasado las notables sanciones que impuso el Consejo de Seguridad de la ONU a Israel por la permanente colonización de tierras palestinas y el sometimiento de la población en territorios ocupados.

 

¿NUEVO CAMBIO? EL ARRIBO DE DONALD TRUMP

Mucho se ha hablado de la capacidad (o no) de Donald Trump para torcer directrices (¿consolidadas?) de la política y el comercio exterior de los Estados Unidos. En principio, habiendo pasado muy poco tiempo desde su asunción, lo atinente al comercio exterior y acuerdos mega-regionales, la enemistad con Rusia y la posición hacía Cuba han tenido un cambio significativo. Medio Oriente, todavía en el horizonte del nuevo presidente, permanece bajo un manto de incertidumbre.

Si uno se guiara por lo primeros gestos, el panorama a simple vista, parece complicarse. La designación de David Friedman como embajador norteamericano en Israel ha despertado el rechazo tanto de árabes, como de judíos progresistas que piden al Senado no aprobar la designación.

Friedman, abogado especializado en quiebras, que es un defensor del Estado de Israel y las incursiones en territorios ocupados, ha anunciado su intención de trasladar la Embajada a Jerusalén, la "capital indivisa del pueblo judío" declarada así, por el propio Estado de Israel, en 1980. Anuncio que ha generado un cimbronazo tremendo en la comunidad internacional.

En ese sentido, no está de más recordar que la Resolución 478, del 20 de agosto de 1980, declaró nula la declaración del parlamento judío (Knéset). Por lo que en la actualidad, las embajadas están radicadas en Tel Aviv en consonancia con los reparos y sugerencias interpuestos en el Consejo de Seguridad de la ONU de aquel entonces.

Ahora bien... ¿qué nivel de empatía existe verdaderamente entre Trump y Netanyahu?

Dario Teitelbaum, dirigente de la izquierda israelí Meretz, sostiene que "las muestras de aprecio mutuo son inequívocas. No solo por sus vinculaciones personales sino también porque ambos se necesitan. Formalmente, están planteando una política de `win-win´ [victoria para ambos], pero pese a eso, hay sectores israelíes que se sienten desilusionados... esperaban un poco más que lo que Trump está dando. Aún así, -sostiene Teitelbaum- ésta relación es mejor que la que había con Obama".

En otro sentido se expresa el intelectual Julián Schvindlerman, miembro de la comunidad judía argentina e ideológicamente cercano al Premier Israelí. Para él "hay más sintonía entre estos dos presidentes que la que hubo con Barack Obama" y que en los asuntos centrales "hay una fuerte comunión ideológica entre ambos [por Trump y Netanyahu]." Respecto a los cambios en política exterior, Schvindlerman entiende que "si bien puede haber tribulaciones a corto plazo, lo que se está produciendo es un cambio de paradigma hacía Medio Oriente, ya que lo que se llamó `acuerdo de paz´ [por el acuerdo de Oslo en 1993] no ha generado si no guerra y muerte hacía el pueblo judío".

En otra línea de análisis se encuentra Carlos Aznárez, director de "Resumen Latinoaméricano" y destacado activista pro-Palestina. Para él "Estados Unidos e Israel más allá de quien gobierne tienen acuerdos sellados, lacrados, que no van a romperse. El lobby sionista tiene muy controlado al gobierno de los Estados Unidos y eso dificulta cualquier avance a favor de los palestinos." Respecto de Donald Trump, Aznarez es enfático, lo califica como "absolutamente provocador" y señala que su ascenso y protección hacía Israel "tensará aún más el conflicto, incluso en contra de sus otros aliados regionales."

SOLUCIONES AL CONFLICTO ¿UNO O DOS ESTADOS?.

Otro tema completamente distinto es si las cercanías evidentes e inequívocas entre Trump y Netanyahu, garantizan un avance en materia de solución al conflicto. Más en un año como este, en el que se cumple el cincuenta aniversario de la ocupación israelí en Gaza y Cisjordania. En ese sentido, la visita de Netanyahu a su par norteaméricano, en febrero de este año, ha reavivado las posiciones al respecto.

Donald Trump habla de "nuevos acuerdos regionales" que contengan un acuerdo de partes y por otro lado, los árabes sostienen que "si EE.UU quiere realmente la paz, tiene que forzarla sobre Israel y no sobre Palestina", de acuerdo a las declaraciones del diputado de la Lista Árabe Conjunta en la Knéset, Ayman Odeh, a la televisión Libanesa realizadas también en febrero.

La creación de los "dos Estados para los dos Pueblos"; algo que pudo ser un horizonte de continuidad a Oslo, parece estar bastante más lejana que en otros tiempos.

Para Teitelbaum, cualquier instancia de negociación, para tener visos de posibilidad, debe contener cuatro puntos claves e indispensables de acuerdo. "El primero -dice- es volver a los límites territoriales del `67´ con referencias claras e inviolables. El segundo, es la desmilitarización de la ANP y los territorios palestinos. El tercero, una definición respecto del agua y la electricidad y el cuarto, de qué forma se administrará Jerusalén". El dirigente de Meretz insiste que "la negociación no será fácil, ya que la opinión pública israelí tiene una posición muy dura respecto de los palestinos" pero no descarta que se puedan encontrar acuerdos intermedios.

Respecto las partes integrantes de una eventual nueva negociación, Schvindlerman entiende que "el diálogo es regional" y que si bien es posible avanzar en negociaciones, "la presencia de muchos actores dificulta la posibilidad de un acuerdo". De igual modo, pone en la mesa la presencia de Rusia "un país con pretensiones de participación" y los desacuerdos respecto de Irán que puede gravitar fuertemente en el entendimiento entre Estados Unidos e Israel.

Más lejana ve la posibilidad de acuerdos el Director de Resumen Latinoamericano quien señala que "aunque loable como objetivo, es imposible la solución de dos Estados" y agrega que "el odio, la injuría, el maltrato, la muerte vertida por el sionismo sobre el pueblo palestino, han dejado heridas que no serán zanjadas por una mesa de negociación. Además - se pregunta - ¿quién hablará en nombre del pueblo palestino?". Para Aznarez, Mahmud Abbas, Presidente de la ANP, "no cuenta ni con el apoyo ni con la legitimidad para sentarse en una negociación de ese tenor."

 

EN FIN

Difícil resulta trazar un análisis claro en un conflicto complejizado por el paso del tiempo, los mutuos desacuerdos/deslealtades, las presiones de los enemigos internos a cada facción (tanto israelí como palestina), entre tantas otras variables de peso.

No obstante esta dificultad, hay algunas cuestiones que inquietan, al menos ante posibles negociaciones: en su carácter ¿será de partes o estará tutelada por actores internacionales?; respecto a su alcance ¿será local, es decir solo árabe-palestino-israelí o regional, incluyendo las pretensiones de otros actores internacionales?. Por último, pero no menos importante, está el factor interno, toda negociación implica cesión ¿cuánto está cada parte dispuesta a dejar de lado para alcanzar un acuerdo duradero y posible de respetar, no sólo por los gobiernos, sino también por la opinión pública?.

Aquí la cosa se vuelve más gris. Y el espejo más reciente es la fallida cumbre realizada en Jordania en marzo de 2016. Allí Estados Unidos, Egipto, Israel y el país anfitrión trataron de avanzar en acuerdos de paz. Nada pasó. Al menos, nada que haya cambiado favorablemente el escenario. El ofrecimiento consistía en reconocer el Estado Judío a cambio de reabrir negociaciones con los palestinos con apoyo de países árabes. Natanyahu rechazó la propuesta, aduciendo que no pasaría el filtro de sus aliados de gobierno.

Otra oportunidad que se va… mientras la paloma blanca de Gefen (poeta israelí) sigue envejeciendo, con una rama de olivo cada vez más seca en su pico.

 

 

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