jueves 25 de abril de 2024

HISTORIAS

La Tropilla de la zurda, un espacio para vivir el tango en Neuquén

Conocé el taller experimental, gratuito y autogestivo que busca transmitir esta música popular

Foto /  Mati Subat
jueves 25 de mayo de 2017

A media luz, comienza a sonar “Sus ojos se cerraron”…una pareja se toma de la mano y sin querer, empieza a bailar. Ella sonríe, pero él no la ve porque también cayó en el trance del 2x4, en ese momento parecen estar solos y no lo están, luego termina la música…se hace un silencio eterno y llega el abrazo.

                         

El escenario es un espacio neuquino de construcción colectiva que se llama La Tropilla de la zurda. Es un taller experimental, gratuito, autogestivo de tango que todos los miércoles desde las 21 transforma al salón de Basabilvaso 335 en una milonga improvisada. La idea surgió como la necesidad de crear un lugar que permita transmitir el baile social como una forma de reivindicación de nuestra cultura.

No hay un profesor y todos bailan con zapatillas, una postal que en cualquier viejo tanguero podría generar una descompensación. Pero la sensación que se genera en el lugar, es que se trata de un espacio de amigos que se encuentran a compartir, el baile es una excusa. La propuesta está abierta a todos los jóvenes,   la mayoría estudiantes que se enamoraron de la música popular y la fueron deconstruyendo a su manera.

                                    

“Buscamos generar valores, respeto, compromiso y la solidaridad desde otro lado”, asegura Sergio o como lo conocen todos, Flecha que, aunque no le guste mucho los títulos, es un poco el coordinador de esta idea que se construye entre todos.

                              

El nombre del taller tiene origen en la letra del tango “La última curda” de Cátulo Castillo ese tango con rasgos existencialista inmortalizado en la inconfundible voz del Polaco Goyeneche. “Acá el tango se vive con la cabeza, el corazón y después con los pies”, sintetiza Flecha en una especia de manifiesto con el que acuerda todos los que van.

Todos los miércoles se hace un saludo grupal para presentarse porque siempre “cae” alguien nuevo. Luego las personas que tienen conocimiento sobre los pasos básicos, los enseñan y transmiten a los nuevos. “Así como se hace en el tango, al taller lo caminamos. Nos gusta decir que militamos el tango porque lo hacemos parte de nuestra vida y el baile es una excusa para construir. Acá venimos a aprender a ser personas, es decir, saber ser y saber aprender. La idea del taller es dejar una huella, que no sea sólo una clase de baile”, agrega Flecha.

                      

Caminar el tango

Micaela no viene de familia tanguera, es más, sus padres la miraron un poco extrañados cuando pidió aprender el baile. “Vi un día en la tele una pareja y se encendió en mí una curiosidad que me llevó a las primeras clases”. Actualmente, hace 10 años que baila y, sin embargo, llegó al taller como una más. “Aprendo transmitiendo lo que se y eso me da mucha satisfacción. Con la tropilla pude llegar a la ciencia del tango: el abrazo con el otro”

                                

Las expresiones más concretas de la generación de inquietudes que promueve el taller son las “sedes” tropilleras en Villa Crespo, Buenos Aires y en Santander, España. Son chicos que pertenecían al grupo y por distintos motivos tuvieron que mudarse pero decidieron iniciar la misma experiencia es sus nuevos lugares.

“La música te llevas a lugares insospechados. Acá aprendemos a relacionarnos con otras personas desde otro lado, hay transparencia, es muy sano. El tango me atrapó, en parte me ayudó a entenderme a mí misma. Como en la vida, cuando no estás en tu eje te trabás, no podés seguir, en el baile pasa lo mismo y hacer dejarse guiar o ayudar por otro es crecer”, expresó Verónica a quien la mirada le cambia cuando habla del taller.

                             

La Tropilla se junta a las 21 y no hay un horario de finalización, a veces son las 12 y deciden partir a una milonga. En Neuquén hay varias y según se asegura predomina el público joven y sobretodo las mujeres.

Durante mucho tiempo el tango fue “cosa de machos”, las posturas, las letras, los espacios estuvieron dominados por varones. Hoy parece que esto no es así y en este lugar neuquino las mujeres “saben llevar”, guiar, a su pareja al igual que el hombre.

                               

“El machismo en el tango fue cambiando junto con la sociedad. Antes en las milongas había actitudes muy cerradas”, relata Verónica mientras, en ese momento, en el círculo tanguero las parejas frenan. Terminaron de escuchar a Hugo Díaz y Abilein, sin querer, cierra el concepto anterior al levantar la mano y explicar por qué cerró los ojos, “cuando el compañero nos acompaña, no invade nuestro espacio, nos hace sentir cómoda todo es más fácil”.

                               

Abilein habla rápido y es expresiva. Está a gusto con el tango y eso se nota.  Va al taller desde que arrancaron hace 5 años, “aprendo mucho más cuando transmito y la diversidad de personas que viene nos hace conocer experiencia nuevas todo el tiempo”.

Sin dudas, aprender, vivir y transmitir son las palabras que atraviesan a este taller... una pausa en la vertiginosa rutina.

                                 

El dato: Para solventar los gastos de funcionamiento La Tropilla realiza una vez por mes una milonga a beneficio. Este domingo 28 de Mayo desde las 21 se realizará un nuevo encuentro en Basavilbaso 335.Todos invitados.

Fotos. Matías Subat

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