Una receta de montaña y nieve

Los días de nieve y las vacaciones de invierno como las llamamos aquí luego de la pandemia están llenando todos los destinos de la cordillera, son el gran atractivo para todos aquellos que quieren disfrutar de este atractivo y obviamente para aquellos que desean esquiar. Todos algunas veces viajamos a la montaña a disfrutar de los paisajes y aunque no esquiáramos aprovechamos para disfrutar de la gastronomía, del chocolate caliente, de las masas y del vino caliente con canela. Cosas típicas de la montaña. Los vasos térmicos con sopa y todo aquello que ayuda a reparar el alma después de una jornada de esquí. Echarnos en una terraza a disfrutar de las vistas y de las conversaciones con amigos, familiares o sencillamente con desconocidos porque es época de camaradería entre esquiadores.

En nuestros centros de esquíes y en las ciudades de nuestra cordillera, de Neuquén y Río Negro hablo, abunda la oferta de comida alemana, suiza de los Alpes italianos y eso tiene que ver con el origen de algunos de los pioneros de estas ciudades y de estos centros turísticos. Es habitual escuchar que “me comí una fondue” o que “quiero probar el curanto”, dos de las comidas más populares a solicitar en un viaje de estos.

Creo que a la cabeza del consumo está la tasa de chocolate caliente que te la sirven en cualquier hospedaje y ni hablar de las grandes chocolaterías del centro de Bariloche o de San Martín de los Andes. Ir a nuestra cordillera y no probar el chocolate del lugar es como no haber ido. Y antes de que me olvide en este último viaje noté que es tendencia a la tarde después de la jornada de montaña que el gin es muy solicitado.

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